29 enero 2007

Desde mi buhardilla

La buhardilla de la Rua das Palmeiras tiene una estrecha ventana, desde la que puedo contemplar la parte baja de la ciudad ,recortada entre los tejados de las casas que van escalonándose, continuando la pendiente descendente de la colina. Desde hace tres meses vivo en esta parte alta de Lisboa, más allá de la Praça de Espahna.

Me gusta pasear y hacerme preguntas que dejo sin respuesta, en un silencio que las devuelve a la nada de donde nunca debieron salir. Y, continuando con Saramago, no puedo evitar recordar estas palabras: “Ciertas preguntas se hacen para hacer más explícita la falta de respuesta”.

He venido a esta ciudad tratando de alejarme de un sentimiento, de una enfermiza pasión que, pese a la distancia, sigue viva dentro de mí. Soy incapaz de apartarla de mi cabeza, de mis sueños, de las pesadillas que habitan mis noches.

Por las tardes recorro las viejas tabernas que aún se mantienen en píe. Es en ellas donde me nutro de la sangre que sigue circulando por mis venas. Bebo, copa tras copa de absenta, junto a los ancianos, quienes ya se han aconstumbrado a mi diaria presencia entre esos azulejos blancos de las paredes y las gastadas barras de zinc. Sí, mi vida, en estos meses que llevo en la ciudad, se reduce a la absenta, los paseos y a este ritmo impredecible de encuentros con Glôria de una tarde, de una noche o de una semana entera. Sé que ésto último no es lo más aconsejable para alguien que quiere escribir una historia de amor, donde ella no es, ni será, la protagonista; pero en cierta manera la necesito para no perderme, aunque sepa que la mejor manera de crear una obra es perdiéndose. Perderse para encontrar otra realidad, otro paisaje profundo.

Esta noche Glôria no está aquí. Apago la luz tratando de dormir, pero la angustia de saber que cuando la ciudad despierte, las luces se enciendan y escuche esos primeros pasos solitarios en el asfalto, me quedará un nuevo día por delante, lleno de horas vacías; y después una nueva noche con todos los fantasmas del pasado rondando a mí alrededor. Todo esto es lo que me impide dormir; pero de nada vale saberlo.

Me levanto y trato de escribir sobre la hoja en blanco:

“Desde esta terraza de “La Suiza”, en la que estoy sentado tratando de matar el tiempo y esta soledad, los aviones parecen descender en medio de la ciudad, entre el tráfico de los automóviles. Miro sin mirar, miro sólo viendo estas sensaciones fragmentadas que hielan mi corazón.”

Me asomo a la ventana. Sigue lloviendo. Gotas que rebalan por el cristal, distorsionando el otro lado de la calle. Llueve a ráfagas lluvia salada que irá a parar al mismo río en el que se hunde mi esperanza.

En la calle se oyen unos pasos acercándose, veo a Gloría distorsionada tras el cristal, está saludándome desde abajo.

19 comentarios:

Ababol dijo...

Lisboa desde una buhardilla... hum y las viejas tabernas, hace dos días yo estaba bebiendo absenta... y ginginha...

saudades...

la saudade es triste pero bonita, qué pena que no exista una palabra equivalente en castellano...

un beso

Javier Luján dijo...

Sí, ababol. Conoces el Puntampié a cona?, ya no me acuerdo el nombre de la taberna en donde lo servían, está por la Avenida da Liberdade. Me ha hecho gracia leer tu post y ver que también hablabas de Lisboa. La próxima vez que vayas para allá, mándame un mensaje y te acompaño en el viaje. vale?
Un beso.

Ababol dijo...

vale
;)

Javier Luján dijo...

Estupendo, hecho.

Ana Durá Gómez dijo...

Hola, estaba por aquí,sabes que nunca he leído a Saramago? No doy abasto, hay tantos... por ahora me dedico a los autores muertos. Fue todo un placer leer tu blog.

bye

Anónimo dijo...

Me encanta este escrito. Tiene magia saber de un amor así...

Yo no quisiera ser Gloria, no.

Es bonito ese amor que tú intentas olvidar.

Un beso, capitán.

Mar dijo...

Cuánto diera por compartir una copa de absenta con usted, y charlar de muchas cosas en aquellos bares, con aquellos paisajes mundanos y no tan mundanos. La lluvia pareciese lavar nuestros pensamientos.. sin embrago es sólo temporalmente. Creo que eso lo sabe de sobra, no es cierto Capitán?

Muchos besos solidarios: Mar.

p.d: Lynn .. lectura obligatoria Saramago.. es un genio.

Anónimo dijo...

Estoy leyendo Las intermitencias de la muerte, de Saramago. Lisboa me fascina y ahora te he encontrado a ti que me sumerjes en su mundo de calles empinadas y amores añorados...una mezcla perfecta que me hace volver a tu casa con ganas....

Anónimo dijo...

ah, qué buen post. De los que dejan un buen sabor de boca. Como un gran reserva...

Anónimo dijo...

¡¡¡Joooder tío, qué envidia!!! Ya te dije que eras mi puto ídolo... Es estupendo ver que alguien tiene agallas para dejarlo todo y perseguir sus sueños... aunque sepa que terminarán...

Por desgracia no puedo decir lo mismo de mí... aunque nunca se sabe... Bueno, un saludo y, por favor, no dejes de deleitarnos con esas crónicas de la ciudad más melancólica del mundo. Hasta pronto

Javier Luján dijo...

Lynnsinhill: Algunos autores vivos tan poco están tan mal, aunque comparto tu gusto con respecto a los clásicos, por ejemplo Dostoievski.
Un saludo.
Sakkarah: Glôria es una mujer fuerte, que no le gustan las ataduras y enamorada de un ser que no existe nada más que en el universo personal de unas cuantos seres. Me gustó conocerla, aunque hace ya mucho tiempo que no sé nada de ella.
Un besito.

Javier Luján dijo...

Mar: jo, me imagino lo que describes y creo que a mí también me gustaría mucho eso de estar compartiendo unas absentas mientras charlamos sentados en una mesa de cualquier taberna lisboeta y que después cada uno escribiera un post sobre ello. Sería curioso comparar ambos, para saber en que nos habíamos fijado cada uno de los dos. Me imagino que serían distintos pero complementarios.
Un beso.

Javier Luján dijo...

Calma: Me alegro mucho de ello. ¿Me permites una pregunta?: ¿Qué es lo que te une a Lisboa?
Un beso y gracias por darte una vuelta por aquí.

Javier Luján dijo...

Vailima: Joder, muchas gracias por lo del Gran Reserva. Con lo que me gusta el vino. Me has emocionado.
Un beso.

Javier Luján dijo...

Jeje, Henryykiller, estamos haciendo ambos excesiva publicidad de Lisboa, al final se nos va a llenar esto de gente. Eso de la ciudad más melancólica del mundo es una gran verdad y es lo que la hace tan especial.
Un saludo, Henrykiller.

Peggy dijo...

Coincido con los comentarios es un post excelente , con el poso de la magia que se metio en las venas y que no se puede olvidar , sabes reconocer la autentica vida ...la unica que merece la pena , el vivir intensamente y sin ataduras

Javier Luján dijo...

Sí, Peggy, y algunas personas me han tachado de irreponsable por ello; pero no me arrepiento de nada, ni de lo malo, por que también ésto ha pasado a formar parte de mí.
Un beso.

Anónimo dijo...

Me une el "sabor" por lo antigüo, por lo decadente, esa mezcla de bruma y olor. Estuve con mis padres 15 días hace años en Estoril, de allí recorrimos gran parte de Portugal, mis padres ya no están y lo recuerdo con mucha nostalgia. Después he vuelto sola y me he perdido por sus calles, plazas, baretos, etc...
Un beso Capitán.

Javier Luján dijo...

Calma: Que gran país este que tenemos como vecino, es una pena que no lo conozcamos más, aunque yo estoy dispuesto a ello.
Un beso.