14 noviembre 2006

No se está tan mal por aquí

Martín Chambi

No se está tan mal por aquí, estornudas y en lugar de lanzar al aire millones de microbios lo que lanzas son bolas de colores, una auténtica lluvia de bolas de colores, olores, lores, ores, res, es… Para ser mi segundo día en el infierno no está mal. También he pensado que si estoy aquí es porque me lo merezco, que coño. He pedido un euro y medio para comprarme una botella de cerveza, una litrona, y con ella he estado recorriendo estas galerías subterráneas, que son ahora mi nuevo hogar. Lo que más extraño es el tabaco, aún no he encontrado ningún estanco por aquí. Eso sí, por lo que he podido ver el fuego no es problema. Sólo al calcular lo que me voy a ahorrar en mecheros, pienso que ha merecido la pena venir hasta este lugar, tan apartado y cercano a la vez. Y por las tardes sacamos las guitarras, las botellas de vinos y ¡quítame de ahí esas penas! Enseguida alguien se arranca y comienza el cachondeo, la fiestorra, sin nada de etiquetas, todo muy campechano, como si estuviéramos en un prado asturiano escanciando unas sidras al caer la tarde.

He conocido esta mañana a Montaigne y enseguida ha surgido entre nosotros una chispa de simpatía mutua. Se ha despedido de mí con estas palabras, mientras se alejaba de espaldas y con su brazo en alto: “¡Qué cosa tan ondulante es el hombre! No solamente el viento de los accidentes me desvía según su inclinación; además me muevo yo mismo por la inestabilidad de mi postura; quien se mira con cuidado, no se encuentra dos veces en el mismo estado. Doy a mi alma ora un semblante, ora otro, según de qué lado me acuesto. Si hablo diversamente de mí, es que me miro diversamente. Se encuentran en mí todas las contradicciones. Vergonzoso, lelo, rencoroso, generoso, mentiroso, veraz, sabio, ignorante y liberal, y avaro y pródigo: todo eso lo veo de mí, según de que lado me vuelva; y cualquiera que se mire con atención encontrará en sí mismo e incluso en su juicio esta volubilidad y discordancia”. Montherlant, que estaba por allí le contestó sin dejar de mirarle fijamente a los ojos: “Es preciso escribir como si uno fuera amado, como si uno fuera comprendido y como si uno estuviera muerto”. Miré a uno y otro y no pude dejar de pensar que estaba en el infierno.

4 comentarios:

Galahan dijo...

Me hace gracia tu infierno particular. Lo de la litrona, sobretodo. Si hay algún lugar dónde debe haber litronas, ese invento revienta-cervezas, ese debe ser el infierno. Y más si te la cobran.

Como Woody Allen colaba al inventor de los muebles de metacrilato en el suyo propio!

Anónimo dijo...

Perdón , para esta parte del contintente , alguien me puede decir que son las famosas "litrona"
Gracias
Anto

Anónimo dijo...

Perdon , pero es Continente jajajajj ustedes pensaran que dislexa es !!!

Javier Luján dijo...

Una litrona es una cerveza embotellada de 1 litro, algo muy típico entre la juventud de éstas tierras, Anto. Y a partir de este punto acabó degenerando en botellón, algo mucho más a lo bestia. Un beso.